jueves, 15 de enero de 2009

La Negociación Colectiva y Democracia - Introducción a nuevo libro con E. Caamaño "Negociación Colectiva y Libertad Sindical: Un enfoque critico"


El objetivo central de estas páginas no es demostrar, como si alguien a esta altura guardará duda al respecto, que el actual legislación laboral chilena en materia colectiva no se ajusta a los parámetros del derecho internacional y comparado en la materia. Nuestro objetivo es más bien mostrar como desde la crítica al actual estado de cosas es posible comenzar a reflexionar sobre el futuro del modelo de relaciones laborales en Chile.

Y ahí, sin duda, la apuesta de los autores de estas páginas para ese futuro es la negociación colectiva.
A distancia sideral del modelo de relaciones individuales construidos en torno al potenciamiento del contrato individual de trabajo, y a una legislación laboral débil –o flexible como gusta decir a sus seguidores- y a una negociación colectiva, de ser posible, inexistente, nuestra apuesta y en algún sentido la de este libro, no tiene casi punto de en encuentro con el pensamiento económico neoliberal dominante y sus hechizados de siempre.

Pero tampoco, valga precisarlo, estamos cerca de nuestro laboralismo clásico y su férrea apuesta por un modelo de intervención legal, construido en torno al principio de irrenunciabilidad de derecho laborales, y a una acción sindical y a una negociación colectiva complementaria del legislador.

Nuestra apuesta es ubicar sin ambiguedades al centro de nuestro futuro modelo de relaciones laborales a la negociación colectiva y a la libertad sindical. Y para construir ese futuro es condición imprescindible criticar nuestro presente.

En ese sentido, cabe preguntarse que tiene de tan interesante la negociación colectiva que valga la pena defenderla con tanta decisión.

En la negociación colectiva es posible hacer concurrir diversas tradiciones del pensamiento social que antes que explicar, justifican su elección como el mejor modo de ordenar las relaciones laborales en las sociedades capitalistas modernas.

La más clásica, y en ese sentido obvia, es la construida desde la teoría jurídica laboral: la negociación colectiva es parte del contenido esencial de la libertad sindical, y está es un derecho fundamental en las sociedades modernas. Es la forma de superar, dirá el laboralismo clásico, la debilidad contractual del trabajador individualmente considerado.

Menos obvia es la fundamentación ética sostenida desde teoría social: la negación colectiva es parte de los esfuerzos de justicia distributiva efectuado por las sociedades capitalistas, ahora ya no en forma de una libertad clásica, como la sindical, sino en formato de un derecho económico y social. Es en ese sentido una forma de superar la debilidad económica del trabajador, quien a través de la negociación colectiva tiene más posibilidades de acceder a bienes, recursos y sobre todo a oportunidades en la vida social.

Y por ultimo, y ya hilando fino, una de las mas potentes articulaciones a la justificación del fenómeno colectivo laboral proviene de la teoría democrática. La negociación colectiva es una forma de dar poder y por tanto, de aumentar la posibilidad de ser oídos a un sector especialmente vulnerable, como son los trabajadores asalariados, quienes tienen en la acción colectiva un herramienta para incidir y participar en el debate y el dialogo democrático.

En ese sentido, el trabajador no solo es débil en el sentido clásico de la teoría jurídica laboral, también lo es, especialmente en sociedades fuertemente desiguales como la chilena, en el sentido económico-social, y casi no es necesario decirlo, en el sentido político del termino.

Y ahí, en ese escenario, la negociación colectiva cumple diversas funciones sociales muy relevantes que superan con creces la restrictiva concepción contractualista de la misma, dominante aún en Chile, que la rebaja a un mero instrumento de intercambio salarial entre trabajadores y empleadores.
La negociación colectiva, como en algún sentido lo esbozamos en este libro, es importante no solo para el trabajador individualmente favorecido por un acuerdo colectivo, sino también para la sociedad en su conjunto que tiene en ella, un mecanismo para mejorar en términos de distribución de ingresos, de equilibrio de poder social y, en fin, en términos de calidad democrática.

El plan laboral, base de nuestra actual legislación laboral en materia colectiva, no entiende nada de esto. Diseñado en plena dictadura, su objetivo evidente era restringir al mínimo la acción colectiva de los trabajadores, sometiendo su desarrollo a un marco regulatorio de tal densidad, que agota hasta el mas experto en el intento por darle una lectura razonable. Se trata de un modelo de relaciones laborales, valga la pena recalcarlo, que no tuvo en cuenta la opinión de sus principales afectados como son los trabajadores, sometidos en su momento, como toda la sociedad en su conjunto, a serias restricciones en el ejercicio de su libertad de expresión y de la disidencia política, lo que obviamente tiñe a toda esa normativa de un “pecado de origen” que el tiempo no ha logrado resolver.

Es tal el reglamentarismo y pesadez de esta legislación, que no solo vulnera la libertad sindical en sus mas variadas dimensiones, como en estas paginas se tendrá oportunidad de comprobar, sino que inhibe cualquier posibilidad de aprovechar para nuestra sociedad lo mejor que tiene la libertad sindical y la negociación colectiva como es el fortalecimiento del debate democrático y la posibilidad de los trabajadores de incidir relevantemente en el mismo.

Por eso, aunque las paginas que siguen dicen relación con el pasado, como es el análisis y critica de la recepción que de la libertad sindical efectúa la actual normativa vigente en Chile, su objetivo es abordar el futuro y mostrar como en las grietas y fisuras del plan laboral es posible encontrar para nuestro país un modelo alternativo de relaciones laborales, un modelo a la altura de una sociedad democrática como la que estamos intentando construir.



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