jueves, 30 de julio de 2009

Un truco de magia de la Corte de Apelaciones de Valparaiso: la discriminación no es un derecho fundamental- Fallo que acoge nulidad ST2 de Valparaiso


Primero: Que la demandante ha interpuesto la acción de tutela cautelar contemplada en los artículos 485 y siguientes del Código del Trabajo y, en subsidio la acción de despido injustificado, cuyos fundamentos se han dado por reproducidos, lo mismo que la contestación de la demanda que controvierte tanto la existencia de hechos constitutivos de la discriminación por causa de edad invocada cuanto la acción subsidiaria puesto que estima que el despido del cual fue objeto la actora y otros once profesores se encuentra plenamente justificado.
Segundo: Que en lo que dice relación con la acción principal, como estos sentenciadores latamente lo han señalado en la sentencia anulatoria, no existe en la causa prueba tendiente a acreditar que la demandante haya sido apartada de su trabajo por razones de edad, puesto que, no basta la prueba meramente indiciaria cuando el fundamento de la acción tutelar no¥son los derechos fundamentales a que alude el inciso primero del artículo 485 sino aquellos a que se refiere el inciso cuarto del artículo 2°, todos del Código del Trabajo porque para estos últimos lo único que se aplica es el procedimiento, más no el régimen de prueba sobre la base de indicios. Consecuentemente para justificar los hechos constitutivos de la discriminación debe estarse a las reglas generales establecidas en el Código del ramo, ocurriendo que con la prueba rendida no es posible concluir que haya sido seleccionada para su despido en razón de la edad. La prueba rendida en la causa, apreciada conforme a las reglas de la sana crítica, sin vulnerar los¥principios lógicos y las máximas de la experiencia permiten concluir que su despido obedeció efectivamente a necesidades de la empresa cual fue la decisión de reducir las horas y la forma de impartir la cátedra de inglés, en su caso, lo que implica una razón de índole financiera, tal como lo ha declarado una testigo en la causa.

lunes, 13 de julio de 2009

Es la negociación colectiva, estupido. Columna The Clinic 9.07.09


Se nos viene la recta en la campaña presidencial. Ahora es el momento de debatir de esos temas que nos permiten saber quien es quien y de que lado de la calle esta cada uno. Del derecho o del izquierdo me refiero.
Y aunque no lo crea, estimado lector, pese a las apariencias y dado las trayectorias de la derecha –intentando acercarse a los grupos sociales cuyo apoyo necesita – y de la concertación –intentando darles garantías a los grupos que nunca la apoyarán- esos temas no son muchos.
En ese debate, por ejemplo, no tienen mayor importancia la protección social. Está entendida como un manojo de políticas publicas, y no como genuinos derechos, dependen del gobernante de turno y no representan ningún riesgo para la derecha, ni siquiera la chilena, que ya ha salido a apoyarla alegremente.
No hay ahí poder que repartir, sino sólo ingresos públicos.
Ni siquiera, aunque cueste creerlo, los temas valóricos son tan relevantes. La derecha mundial apoya a esta altura propuestas referidas a las minorías sexuales, los derechos sociales, etc. Y aunque la derecho chilena sigue estando más cerca de Jaime Guzman que de Sarkozy, es cuestión de tiempo nada mas para que salgan de la época jurasica, a velocidad inversamente proporcional a como sientan que pierden el control de la sociedad y del discurso público.
A principios de Mayo, en un curioso lugar para tales anuncios – Chiguayante-, Frei hizo gala de ese progresismo que buenos frutos parece estarle dando y se despacho dos ideas: legalizar la unión entre homosexuales y derogar el plan laboral para ampliar la negociación colectiva.
Y Piñera recogió el guante. Acepto de inmediato legalizar las uniones entre homosexuales, entre resignados rezos y urgidas persinaciones de algunos sus adherentes. Pero, adivine qué: rechazo la idea de derogar el plan laboral y postuló –era que no- más flexibilidad laboral.
Y en ese punto de golpe aflora la verdad al desnudo: como un hombre genuinamente de derecha –cuyo corazón late más cerca del bolsillo que del rosario- es preferible ceder “valoricamente” y de ahí como si nada se acepte legalizar la unión de homosexuales, que hacer concesiones en lo que de veras importa –donde repartimos dicho en chileno “el cómo vamos”- y dijo que lo, en rigor, todos sabemos que anhela: más flexibilidad laboral.
Y en eso Piñera antes que inteligente es genuinamente de derecha. Sabe, como nadie, que los temas que hacen la diferencia –esos que nos dividen para bien o para mal en derecha e izquierda- son aquellos en lo que se juega el reparte el poder dentro de una sociedad.
Antes muerto, me imagino dirá Piñera, antes que ceder un milímetro de ese poder que en Chile se ha ido acumulando desproporcionadamente del lado empresarial después de 30 años de vigencia del plan laboral que su aplicado hermano construyo sin debatirlo con nadie y que la Concertación –incluyendo nuestra popular presidenta- no han puesto el más mínimo empeño en modificar.
En el último y trágico de los límites, dirá resignado algún piadoso partidario del empresario, es preferible ver con el dolor de nuestro cristiano corazón homosexuales con derechos que trabajadores organizados.