miércoles, 30 de septiembre de 2009

Viva Chile Vivan los trabajadores - Columna La Nación Domingo- 27.09.2009


Hace unos días esa frase retumbó en los fríos muros de La Moneda al momento de rendir un homenaje al Presidente Allende. No sólo emocionó a la Presidenta Bachelet, sino a todos los asistentes al Palacio. Recordaba a un hombre como Allende que, para bien o para mal, se jugó la vida por esos trabajadores. Un hombre que en su día hizo de la huelga y de la negociación colectiva un derecho constitucional.

Y qué duda cabe de que es una expresión que manifiesta alegóricamente la preferencia por los débiles y aquellos que trabajan para vivir, esos que no son dueños de las empresas, que no tienen divididos sus activos en cientos de razones sociales para todo tipo de defraudaciones, que no son dueños de los medios de prensa ni de los canales de televisión, y que no tienen mayor influencia en el sistema político ni hacen lobby.

Ahora que los progresistas chilenos, y parece que todos los que estaban ese día lo eran, se emocionaron casi hasta las lágrimas con esa histórica exclamación, es útil preguntarse qué emoción habrán sentido los trabajadores chilenos al escucharla. Quizás ese día muchos trabajadores se hicieron algunas preguntas en silencio, la mayor parte de ellas incómodas y molestas, de esas preguntas que es mejor no decirlas en voz alta.

Preguntas tan incómodas como:

¿Por qué a 20 años de retornada la democracia los sucesivos gobiernos de la Concertación, salvo para emocionarse con la mano en alto, no han mostrado ni ganas ni fuerza para modificar las reglas laborales que dejó la dictadura?

¿Por qué después de cuatro gobiernos de la Concertación el plan laboral de la dictadura sigue plenamente vigente y a nadie en el gobierno parece molestarle mayormente?

¿Por qué la Concertación ha convivido tranquilamente con el régimen legal más restrictivo del derecho de huelga del mundo occidental que permite el reemplazo de los huelguistas, que la declara ilegal en la mayor parte de los casos y que la prohíbe para los funcionarios públicos?

¿Por qué a quienes nos gobiernan no les indigna el hecho de que tengamos una de las tasas de negociación colectiva más bajas del mundo y que el 94 por ciento de los trabajadores chilenos no tenga ninguna posibilidad de incidir en su propio destino laboral?

¿Por qué el actual gobierno -en el discurso de la propia Presidenta Bachelet- prometió hace más de un año cambiar las reglas de la negociación colectiva y ahora ha decidido no hacer nada de nada?

¿Deberán los trabajadores tener que volver a votar a progresistas light al estilo Viera-Gallo, para que éstos después les digan, sin arrugarse, que si vuelven a votar por ellos, en una de ésas, hacen algo por sus derechos?

Se trata de preguntas, qué duda cabe, difíciles de responder. No hay acuerdo en el mundo de la Concertación sobre qué hacer con el plan laboral que nos heredó la dictadura.

Aunque parezca difícil creerlo, todavía hay funcionarios de la Concertación que gritan al viento, con tierna emoción, que vivan los trabajadores, pero al mismo tiempo no están dispuestos a que esos trabajadores recuperen de verdad el derecho a negociar colectivamente y el derecho de huelga. No están disponibles para derogar el plan laboral de Pinochet. Funcionarios que para estas fechas sudan la gota gorda pidiendo el voto de los trabajadores, pero a los al final de cuentas los tiene sin cuidado que tengamos las peores cifras de la OCDE en materia de negociación colectiva: sólo el 6 por ciento de los trabajadores tiene un contrato colectivo.

Por eso, ante tanta inconsistencia y ante pregunta tan jodida, como diría Parra, mejor hacerse el leso.

Pero esas preguntas difíciles y urgentes reflejan cuán fácil es que para la elite concertacionista las frases lanzadas al viento con oportuna y allendista emoción no sean más que eso.

Y en Chile hace veinte años que en esta materia el viento sopla muy fuerte.

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