domingo, 31 de enero de 2010

"Los trabajadores y la noche" Columna La Nación Domingo- 30.01.2010

No es fácil explicar por qué un numero importante de trabajadores asalariados en Chile –la inmensa mayoría de los cuales gana menos de 300 mil pesos y no tiene ni sindicatos ni negociación colectiva que los represente- terminaron votando por Piñera.
El poder hegemónico de los medios y su exaltación a la riqueza y el emprendimiento, la nula capacidad de los sectores progresistas para contrarrestar ese discurso y el abandono total en que la Concertación -y en especial el gobierno de Bachelet- dejó a las organizaciones sindicales y a la negociación colectiva estarán, seguramente, dentro de las explicaciones.
Pero lo importante -una vez ya llegada la fría noche- es saber que ocurrirá en el futuro con los derechos de los sectores más débiles de la sociedad. Y, en verdad, no es muy difícil determinarlo. No es necesario, en rigor, ser adivino ni mucho menos.
Si el gobierno de derecha es lo razonablemente torpe como lo suelen ser sus concepciones básicas -todos somos seres egoístas y competitivos- entonces el derrotero de su accionar es bastante previsible.
Por una parte, la defensa a ultranza del plan laboral que nos dejo Pinochet y el hermanísimo del Presidente. Nadie tocará el tinglado de normas legales que, contraviniendo todos los tratados internacionales suscritos por Chile en la materia (Convenios 87 y 98 de la OIT), han permitido a los empresarios chilenos obtener sustanciosas ganancias sin nadie que los moleste.
No lo hizo la Concertación, menos lo hará la derecha.
Y por otro lado, el intento de lanzar una ofensiva de un nuevo plan laboral pro empresarial. Será la flexibilidad laboral recargada el discurso dominante en nuestros nuevos gobernantes. Eliminación o rebaja de la indemnización por años de servicios, flexibilidad horaria a favor de las empresas, rebaja o eliminación del salario mínimo, intervención de la Inspección del Trabajo (“demasiado grande”) forman parte del vademecum del neoliberal criollo que ahora accederá al poder.
Nada muy novedoso en todo caso. “Servidores de pasado en copas nuevas”, como diría con su delicada poesía el en estos días resucitado Silvio Rodríguez. Aunque en nuestro caso un poco peor. No son ni siquiera copas nuevas.
Pero no todo es tan predecible. Muy interesante será eso sí lo que haga la Concertación. Esa Concertación que dice ser la representante de los sectores débiles de nuestra sociedad y que dice monopolizar el sentir progresista en nuestro horizonte político. Ahora, paradojas de la democracia, tiene la llave parlamentaria para defender algo de lo ganado en estos años.
Pero, si al final del día los sectores conservadores de esa coalición toman el poder -como se tomaron el Ministerio de Hacienda en todos estos años- y construyen el discurso de la oposición -tal como ya lo hicieron con sus gobiernos- entonces que Dios nos pille confesados.
Bajo la engañosa retórica de la “política de los acuerdos”, los trabajadores chilenos quedaran total e irremediablemente en manos, como nunca antes en la historia de la democracia, de los neoliberales y sus ideas. Neoliberales de derecha, algunos (en el gobierno). Neoliberales de izquierda -en la oposición-, otros.
Y ahí, la noche será, como nunca, oscura.

2 comentarios:

  1. Lo peor de todo esto que estos cuatro años que vienen ya fueron encomendados al Dios de derecha.

    Saludos,

    Ignacio.-

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  2. Dime que ministro de hacienda tienes, y te dire que tipo de gobierno eres.

    El progresismo de la Concertación siempre me ha costado seguirlo, debido a que en los hechos objetivos (en la práctica), gobernaron con los pilares dejados por la dictadura de Pinochet, e incluso los reforzaron (Lagos y su Constitución, TC, entre otros).

    De esta manera, se ha ido consagrando un exiguo concepto de libertad en esta democracia ultra-protegida.

    Saludos,

    Felipe Oyarzún (estudiante derecho UAH)

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