lunes, 13 de julio de 2009

Es la negociación colectiva, estupido. Columna The Clinic 9.07.09


Se nos viene la recta en la campaña presidencial. Ahora es el momento de debatir de esos temas que nos permiten saber quien es quien y de que lado de la calle esta cada uno. Del derecho o del izquierdo me refiero.
Y aunque no lo crea, estimado lector, pese a las apariencias y dado las trayectorias de la derecha –intentando acercarse a los grupos sociales cuyo apoyo necesita – y de la concertación –intentando darles garantías a los grupos que nunca la apoyarán- esos temas no son muchos.
En ese debate, por ejemplo, no tienen mayor importancia la protección social. Está entendida como un manojo de políticas publicas, y no como genuinos derechos, dependen del gobernante de turno y no representan ningún riesgo para la derecha, ni siquiera la chilena, que ya ha salido a apoyarla alegremente.
No hay ahí poder que repartir, sino sólo ingresos públicos.
Ni siquiera, aunque cueste creerlo, los temas valóricos son tan relevantes. La derecha mundial apoya a esta altura propuestas referidas a las minorías sexuales, los derechos sociales, etc. Y aunque la derecho chilena sigue estando más cerca de Jaime Guzman que de Sarkozy, es cuestión de tiempo nada mas para que salgan de la época jurasica, a velocidad inversamente proporcional a como sientan que pierden el control de la sociedad y del discurso público.
A principios de Mayo, en un curioso lugar para tales anuncios – Chiguayante-, Frei hizo gala de ese progresismo que buenos frutos parece estarle dando y se despacho dos ideas: legalizar la unión entre homosexuales y derogar el plan laboral para ampliar la negociación colectiva.
Y Piñera recogió el guante. Acepto de inmediato legalizar las uniones entre homosexuales, entre resignados rezos y urgidas persinaciones de algunos sus adherentes. Pero, adivine qué: rechazo la idea de derogar el plan laboral y postuló –era que no- más flexibilidad laboral.
Y en ese punto de golpe aflora la verdad al desnudo: como un hombre genuinamente de derecha –cuyo corazón late más cerca del bolsillo que del rosario- es preferible ceder “valoricamente” y de ahí como si nada se acepte legalizar la unión de homosexuales, que hacer concesiones en lo que de veras importa –donde repartimos dicho en chileno “el cómo vamos”- y dijo que lo, en rigor, todos sabemos que anhela: más flexibilidad laboral.
Y en eso Piñera antes que inteligente es genuinamente de derecha. Sabe, como nadie, que los temas que hacen la diferencia –esos que nos dividen para bien o para mal en derecha e izquierda- son aquellos en lo que se juega el reparte el poder dentro de una sociedad.
Antes muerto, me imagino dirá Piñera, antes que ceder un milímetro de ese poder que en Chile se ha ido acumulando desproporcionadamente del lado empresarial después de 30 años de vigencia del plan laboral que su aplicado hermano construyo sin debatirlo con nadie y que la Concertación –incluyendo nuestra popular presidenta- no han puesto el más mínimo empeño en modificar.
En el último y trágico de los límites, dirá resignado algún piadoso partidario del empresario, es preferible ver con el dolor de nuestro cristiano corazón homosexuales con derechos que trabajadores organizados.

12 comentarios:

  1. Como bien dices, la derecha de este país es capaz de renunciar a sus valores más preciados antes de entregar parte de aquel poder que les permite tener el control de su capital, tocarles su bolsillo... ni hablar... Para ellos la ampliación de la negociación colectiva y todo aquello que dice relación con la participación de los trabajadores en las decisiones de la empresa es un tema "tabu".
    Pero sin duda son instrumentos necesarios para avanzar hacia una verdadera democracia participativa, donde los diversos actores sociales son capaces de incidir en su realidad.
    Un abrazo

    Karla

    ResponderEliminar
  2. Siguiendo las ideas anteriormente expuestas, no está mal recordar que en Chile el tema de la desigualdad social, económica y -por qué no decirlo- cultural ha estado latente desde los albores de nuestra constitución como República independiente.
    Ahora bien, este desequilibrio, en la balanza de clases, tuvo consecuencias también en el Derecho.
    El Código Civil es la más clara manifestación de aquello: ¿un texto jurídico basado en las ideas ilustradas?...patrañas, Andrés Bello recogió de los ideales franceses de la época sólo el Liberalismo, manteniendo la tradición de la desigualdad y la postergación de las clases sociales débiles.

    Y he aquí la paradoja: el Derecho Civil nace como un conjunto de regulaciones que, mediante ciertos principios implícitos dentro de sus reglas, consagra un “lessefer” económico y mantiene la senda de desigualdad de antaño. En tal sentido, la autonomía de la voluntad se erige como un sofisma. Como un principio creado por una pequeña elite criolla "ilustrada" que presume algo inexistente: la igualdad entre iguales, que la historia daría razón para entenderla como igualdad entre desiguales.
    Así, la legislación Civil fue aplicada de forma general a todas las relaciones personales, así al patrón con sus criados, a obrero, a la trabajadora de casa particular...y si es que se llegaba a aplicar.
    Y cómo podía ser esto, si en las relaciones de trabajo hay una clara desigualdad entre las partes, pues, por una parte se encuentra el empleador: dueño de los medios productivos, de las tierras, de las máquinas, hasta del trabajo de sus subordinados: y por otra parte, los trabajadores, los proletarios que sólo tienen la fuerza productiva de sus manos y múltiples necesidades por satisfacer.
    La postergación obrera de aquella época, que el Derecho Civil había propiciado, comienza a cesar con la dictación de las primeras leyes obreras y, con lo que más tarde vendría a ser, el primer Código del Trabajo, alterándose el falso principio de igualdad civilístico.
    No obstante, aún no es suficiente. Hoy en pleno siglo XXI, las exigencias en el ámbito de las relaciones trabajador-empleador son múltiples. Pese a ya no encontrarnos ante una abismante indefensión obrera, el empleador sigue siendo la parte fuerte de la relación laboral. Y si a ello le sumamos la creación de modalidades distintas de distribución de las funciones productivas (subcontratación y subministro), o los ideales flexibilizadores –que parecen ser la respuesta obvia de un empresario-, no cabe duda que se debe potenciar el resguardo a los trabajadores.
    Pero ese resguardo no cabe ser pensado en términos de una sola persona o un solo trabajador. El único medio para obtener una protección a la integridad del obrero y a sus derechos, vienen en ser las formas mancomunadas de participación. Del sindicato dentro de la empresa a una negociación por sobre el centro productivo, una negociación colectiva que permita la obtención de mínimos aceptables.
    Ello, vista la situación jurídica actual del plan laboral, resulta impensado. Y cómo no…si fue una regulación colectiva unilateral, del hermano del empresario y candidato Piñera, futuro accionista mayoritario de la sociedad “Estado chileno”. No podemos pensar que tal individuo niegue a su hermano como a sus principios morales y potencie la negociación colectiva. Su afán es el de favorecer a los de su clase…a quién más.
    Pese a ser una quimera, una ilusión visceral, no dejo de crearme expectativas en que si resulta electo Frei podamos vivir en Chile la verdadera revolución laboral.

    _
    Javier Tapia Henríquez

    ResponderEliminar
  3. Más allá de la interesante intervención de Javier, y de confirmar el grosor de la columna escrita, sólo me dentendré en su notable final "pese a ser una quimera [...] no dejo de crearme expectativas..."

    A mi parecer, es complicado que Frei encarne la "verdadera revolución laboral". Hoy en día, cuando nuestra naturaleza relacional se encuentra invadida desde mensajes fácticos hasta purulentos juegos infantiles, predonimantes en el horario vespertino de nuestra televisión, no podemos imaginarnos a un grupo de personas poder dirigir los intereses de una nación toda. Más difícil aún cuando ni siquiera existen de forma masificada dichos intereses.

    En lo que sí coincido con Javier, es en que, de alguna u otra forma, más allá del mediocre sistema político en el cual nos encontramos sumergidos como país, Frei -y su poco aceptable conglomerado- encarna de mejor manera los intereses que se tienen respecto de una "revolución laboral".
    De esta forma, en las próximas elecciones no votaré directamente por Frei, si no por quién está más cerca de satisfacer los intereses colectivos y mas reacios a satisfacer intereses individuales.
    Como bien señala Maurice Maeterlinck: "no se trata de evitar el dolor, si no de escoger las consecuencias".

    Leandro Campillay Espinoza
    Estudiante de Derecho
    Universidad Alberto Hurtado

    ResponderEliminar
  4. Estimados amigos:
    Leyendo sus post me quedan algunas dudas:
    ¿Confiamos o no en Frei para hacer un cambio de verdad?
    Conociendo los equipos internos, y lo acomodado que están todos los que lo rodean en el Gobierno, es muy sano guardar más que dudas.
    Lo interesante es que su candidatura puede poner la discusión en el tapete y eso necesariamente sirve para tensionar y deslegitimar el modelo de relaciones laborales vigentes.
    Lo que se necesita es que alguien lance la primera piedra.

    ResponderEliminar
  5. Como bien señalé, no tengo certeza respecto de si es especificamente Frei quien encarna las pretensiones que como sociedad sostenemos (las que de verdad valen: eliminar el plan laboral, mayor protección al trabajo, negociación colectiva, reforma concreta a la educación, reforma el sistema previosional, entre otras)

    Pero sobre lo que sí existe certeza, es que Frei es quien mejor podría acercarse a satisfacer dichas pretensiones.

    El tema no radica en si el candito -cualquiera sea- tiene la oportunidad de producir un cambio de verdad, sino en si tiene la intención de hacerlo o no.

    Leandro Campillay Espinoza
    Estudiante de Derecho
    Universidad Alberto Hurtado

    ResponderEliminar
  6. Personalmente no confio ni en Frei ni en Piñera para un cambio de tal magnitud. A mi juicio un cambio que requiera reformas constitucionales de las que el Candidato Piñera no será partícipe y de las cuales Frei balbucea vagamente depende en mayor medida de nuestro particular congreso (con sus respectivos intereses) que de tal o cual Plan de Gobierno.


    Saludos,

    Ignacio Riveros Muñoz
    Estudiante de Derecho
    Universidad Diego Portales.-

    ResponderEliminar
  7. A modo de reforzar mi intervención anterior…

    Cuando nos vemos en el deber o en el libre derecho de decidir, las circunstancias y los hechos que orientan nuestra conducta entre opciones, son diversos. En este caso particular, en un estatus propio de ciudadano, la determinación positiva o negativa hacia un lado u otro, no está dada por la ingenua confianza que podamos tener en la persona del candidato al anhelado sillón, sino en la mera expectativa o ilusión que sobre él se tenga. Testimonio de ello son los periodos presidenciales precedentes, pues, vistas en un juicio empírico las promesas y los resultados concretos, es posible demostrar que sigue siendo el consenso lo que genera una real y verdadera transformación, resultando –en definitiva- algo azaroso la ejecución real y verdadera de todas aquellas transformaciones que anhelamos en el Derecho del Trabajo.
    Bajo tal lógica, no encuentro ningún otro mal menor que la mera ilusión de que Frei gane las próximas presidenciales.

    _
    Javier Tapia Henríquez
    Alumno de Derecho UAH

    ResponderEliminar
  8. Como bien señala Ignacio, es en el Congreso donde -según el dicho- queman las papas.
    En realidad, no es mucho lo que puede hacer el presidente si no cuenta con un apoyo más que considerable en el poder legislativo.

    Sin embargo, es precisamente la figura del presidente mucho más atractiva hacia los electores que la de los senadores y diputados. De esta forma, un presidente que pueda converger a las masas hacia un interés específico, puede lograr "hacer entrar en razón" al electorado de la real importancia que tiene el Congreso en nuestro país. A fin de cuentas, es un tema de educación -en este caso cívica-, y cuando no hay educación, el populismo, definitivamente, ayuda mucho.

    Leandro

    ResponderEliminar
  9. Al leer la columna, me surgen diversas ideas y conclusiones:

    En un sistema político, que poco tiene de democrático, donde la ideología dominante es, exclusivamente, llegar al poder, resulta díficil pensar que el postulado de Frei deje de ser un postulado populista. Piñera ni hablar, la trastocación de valores en función de su ambición económica muestra la perversidad y la poca probabilidad de cambio.
    Sumado a esto, tenemos una sociedad de becerros, que no creo que recuerde el postulado que hizo Frei en Chiguayante.
    No creo que los grupos de poder que dominan los medios de comunicación esten preocupados de recordarle a Frei tal propuesta (en el caso que sea electo).

    Con todo lo anterior, quiero decir que creo díficil cualquier reforma al plan laboral, de cualquiera de las dos fuerzas dominantes de esta pseudo-democracia.

    Pese al pesimismo de mis palabras, tengo la pequeña esperanza de que Frei me tape la boca y logre una reforma del plan.


    Felipe Oyarzún
    Estudiante de Derecho UAH

    ResponderEliminar
  10. Después de leer el comentario de Felipe me asalta una pequeña duda.

    De ser modificado el Plan Laboral por parte de Frei ¿Cuál será el precio?
    Lo absurdo a esta altura de la historia humana y después de tanto jactarnos de los avances en la economía y finanzas, es que sigamos usando el mismo sistema de antaño para algunas cosas; un derecho por otro.

    Leandro Campillay Espinoza
    Estudiante de Derecho
    Universidad Alberto Hurtado

    ResponderEliminar
  11. No confío ni en Frei, ni en Piñera y aunque en ambos casos la desfachatez y la falta de cordura es elocuente, tenemos que adminitr qeu Sebastian es bastante más sincero que el lolo Eduardo que por un par de votos no sólo acepto la unión homosexual sin oque también como si nada -osea com oen su gobierno, o con los mismos cambios que realizo al plan laboral en su gobierno- viene a decirnos que todo será color rosa para el progresismo en Chile si votamos por el magnanimo progresista.

    Señor Frei, señor Piñera, no creen que estamos "chatos" de esa ordinaries politica que rezan, hablen con la verdad algún día y a lo mejor, empezamos a votar por alguno de ustedes...

    saludos..

    Felipe García-Obreque
    Derecho UDP

    ResponderEliminar
  12. Disiento de la opinión de Javier Tapia, pues me parece que confunde liberalismo político y liberalismo económico, que no sólo son concepciones que se contradicen, sino que se contraponen como brotados de principios antitéticos. En el primero, el individuo humano es un fin y en el segundo, un instrumento, entre tantos, para fines de índole económica. En aquél, lo únco libre es el hombre y la actividad económica no es sin uno de tantos medios para que el hombre alcance su perfección, para lo consecusión de sus fines humanos y, en el liberalismo económico lo libre es la economía y para su desarrollo, engrandecimiento y plenitud utiliza los objetos, las fuerzas de la naturaleza y las energías humanas. Montesquieu propugnaba la reforma agraria. Esas son las ideas ilustradas, las del liberalismo político, en el que lo que más se respeta es al hombre, en que no es visto ni valorado como un componente ni del Estado y menos de unidades económicas, eso es lo intrínseco de su doctrina independiente de lo imperfectas que hayan sido sus formas históricas. Y por eso es que hay un puente que va del liberalismo a la democracia.
    Capítulo aparte merece el susto a la negociación colectiva. A ciertos sectores de la economía que funcionan bien no les da ni cosquillas, son parte de la fisiología de las relaciones industriales, como en la gran minería, lástima que no tengan interés de participar en el debate pues darían muchas sorpresas. En cambio, ¿por qué no se da así en la agricultura? (me refiero al gag de la negociación colectiva de los sindicatos agrícolas de temporada), que también se lleva una tajada importate de las riquezas del país? que por lo demás es de dónde viene nuestra "fronda aristocrática" hoy clase política. A veces de verdad parece que el terror a la negociación colectiva debiera buscar sus respuestas en la psicología profunda y en razones freudianas...
    Daniela Marzi

    ResponderEliminar