lunes, 21 de junio de 2010

Pinochetismo, ese placer culpable. El Mostrador 17.06.2010

En un frío invierno inglés a fines de los noventa, Tony Blair decidió calentar la temperatura del debate político fustigando a los conservadores. Los trató de pertenecer al partido de lo intragable, lo indefendible y lo innombrable.
Eso, por defender al mismo tiempo la caza de zorros –lo intragable-, los privilegios de la nobleza –lo indefendible- y a Pinochet –el innombrable-. El escándalo lo provocó su ataque a los cazadores de zorros y a los nobles.
Es que por en el innombrable –como lo llamó Blair- nadie gastaba una vela, no obstante que entre los conservadores ingleses contaba con más de algún nostálgico partidario -de esos que admiran a dictadores tercermundistas de lejos-. Pero mejor era guardar silencio.
Es que ser pinochetista no es fácil. Menos iniciado el siglo veintiuno. Época de democracia, globalización y tolerancia. No debe ser fácil, entonces, morderse la lengua ante tanto olvido. Ante tanto desprecio y desconsideración.
Debe ser difícil viajar por el mundo, especialmente a esos países desarrollados que el chileno medio suele admirar –USA o Europa- y darse cuenta que lo íntimamente admirado provoca tanta repulsión y rechazo. No es exagerado decir, que para esas sociedades, Pinochet representa -con esa foto con anteojos oscuros de fondo- lo más parecido al mal.
Pero mientras algunos –la mayoría- aprieta los dientes y resiste, llevando su pinochetismo como esos placeres que en público nos dan vergüenza, otros –los menos- se desatan. Como Otero y Piñera, José.
Por eso –unos pocos pinochetistas furiosos y desatados cual señora de la Fundación Pinochet- no deberían preocuparnos mayormente.
Nadie espera que personas que participaron y que gozaron de un poder que jamás habrían dispuesto en una democracia en forma, como José Piñera, tengan el más mínimo atisbo de reflexión y autocrítica. En ellos siempre estará el alarido del fanático, o lo que es peor, del agradecido.
Es obvio que como sociedad habría sido mucho mejor que buena parte de nuestra derecha política hubiera reflexionado y volviendo sobre sus pasos, hubiese reconocido el error histórico de apoyar hasta el último de sus días una dictadura que despreció con tanta furia la vida y la dignidad de nuestros compatriotas.
Pero qué va. Para personas como José Piñera, que ubican la propiedad individual y su defensa como un valor infinitamente superior a la vida o a la libertad personal –de ahí su disparatada comparación entre Hitler y Allende- eso es un lenguaje simplemente ininteligible.
Honestamente, no estamos para esperar tanta virtud y lo que es más importante, ni siquiera lo requerimos.
En efecto, nuestros pinochetistas no tienen ni por asomo esa sensibilidad moral que requiere el arrepentimiento. Esa delicada pero potente disposición que llevo a Günther Grass –sin mayor necesidad que la urgencia que produce hacer justicia con la propia historia y la de los demás- a reconocer con vergüenza, 60 años después, que participó brevemente en las S.S. del régimen nazi.
Ante la calidad moral de nuestros pinochetistas, en cambio, no tiene mucho sentido esperar vergüenza genuina, esa que deriva del arrepentimiento. Nos debe bastar –y sinceramente creo que basta- la vergüenza pública.
Por ello el abierto rechazo al neo-pinochetismo, ya sea por las propias instituciones -como en el caso Otero- o por los propios políticos –como en el caso Piñera- es una buena noticia en esa dirección.
En el resto de los casos, nos debe bastar con que la mayoría de ese pinochetismo siga siendo un gusto puertas adentro. Extraño e inconfesable –qué duda cabe- para el resto de los mortales que solemos valorar la vida, la democracia y los derechos humanos.
Un placer culpable creo que se llama.

8 comentarios:

  1. es de esperar que sigan en el anonimato, aquellos cuyos idolos, que hoy descansan -nose si revolcandose o descanzando- sigan amparados bajo la penumbra de la admiración, por quienes de forma vil, amparados bajo un poder emanado de la fuerza hicieron de los sueños de nuestros padres una lucha por resguardar su vida, truncando sueños, esperanzas, dignidad y por sobre todo, nos dejaron un legado monstruoso: el miedo a luchar por aquello que creemos, heredandonos seres que tan solo se limitan a obedecer sin siquiera representarse la idea de alzar la voz frente a los abusos de aquellos quienes basados en esa estima social que les da llamarse jefes, nos obliga a tan solo agachar la cabeza por ese monstruoso legado, el miedo.

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  2. que interesante este blog, felicitaciones Jose Luis, para quienes amamos tus palabras...un espacio para la reflexión y para el romanticismo.

    ana maria

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  3. Aunque muchos critican las palabras de una joven de 20 años, como lo soy yo, amparándose en la excusa sin fundamentos de que yo no viví ese periodo, la verdad, es que la historia duele...la historia de la sangre derramada de miles de compatriotas, el temor vivido por cada chileno y la ignorancia en la que estuvieron sumergidos, duele, y duele tanto o mas que como si hubiese vivido en ese despreciable periodo...Y la gran interrogante para mi es ¿porque aun hay personas que siguen inclinados a defender a ese hombre (si es que se puede tratar como tal) que lo único que trajo al país fue desgracia y repudio?.
    Hoy, lo único que nos queda no es fomentar el odio a ese tiempo, pero si, no olvidar y por sobre todo, jamás permitir que un dictador vuelva a vulnerar de esa forma nuestros, y solo nuestros, derechos fundamentales...

    (basta con los empleadores que se aprovechan de sus trabajadores...a ellos hay que enseñarles que hace mucho tiempo no estamos en dictadura...)

    saludos profesor!!
    Jacqueline Retamal
    udec

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  4. Lo del romanticismo y las emociones son muy importantes, pero lo que debe hacer nuestra generación es tomar ese caudal y usarlo como pulsión, pero para reflexionar y encontrar los mejores caminos para convencer, con argumentos tan inquebrantables como aparentemente tienen en la vereda del frente, cuando nos confunden con reglas "súper científicas" que escapan al entendimiento del romanticismo bobalicón que se le achaca a la izquierda. Si nos hablas de leyes tributarias, laborales o funcionamientos del mercado como la verdad revelada, demostrarles por qué están blufeando.
    Gabriel Fernández

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  5. Yo no tengo tan claro si está o no puertas adentro el pinochetismo. Ese desaforado de Piñera u Otero, puede ser pero por pasado de moda. Pero, si miramos la prensa hoy, tenemos a Hinzpeter, que puede haber sido tan empático para rechazar enérgicamente la comparación con el régimen Nazi con la UP, quizás porque él es judío y logra ver la desproporcion, decir que las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos "desaprovecharon" su reunión con el presidente, como si tuvieran que estar de rodillas porque se les dio audiencia.
    Daniela.

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  6. SIEMPRE ES AGRADABLE LEER TEMAS INTERESANTES

    SALUDOS PROFESOR

    ANDRÉS D.

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  7. A todos, gracias por sus comentarios.
    Ya sea para agradecer, disentir o sólo comentar.
    Esta columna es especial porque tengo cierta repugnancia por el pinochetismo y hace tiempo que tenia ganas de expresarlo.

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  8. Excelente!

    Que bueno encontrar un espacio donde se puedan ocupar las palabras precisas.

    Comparto su repugnancia!

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